Ya me tumbé sobre mis olvidos,
durante mis años terrenos
frente al mar, esperando verle.
Alguna vez sobre la montaña
he pedido conocerle.
y cuando estuve enfermo,
mi deseo al estar bien era besarle.
Me desdoblé de mí,
canté antes del amanecer,
corrí contracorriente sobre ríos de cielo.
y entre rezos,
le pedí a Él no perderle.
He desobedecido el infinito
me he burlado de la vida
y llamé más de diecinueve días a la muerte,
porque me dolía el silencio,
porque agonizaba lo que le sentía.
No sé si fue de día o noche
cuando se abrió de tajo la herida
sangré sobre cuatrocientas lunas
y limpié mis ojos con dolor.
Me he quedado quieto,
por falta estar sofocado en tan pequeño espacio;
lo que yo busco fuera no existe
lo que consideré mi vida, me ha matado.
Con los vestigios del pensamiento
me tumbo de nuevo sobre el polvo,
Rodrigo me dice que vendrá el adecuado
e ignora que ya lo he encontrado.
Bebí de un arroyo siendo yo una fuente,
comí del olvido siendo yo memoria,
abracé por siglos a la muerte que en mí vivía.
¡Y me he encontrado!
De soslayo fue el letargo,
de perfume fue mi noche.